Conozca y Minimice los Peligros que Enfrenta el Sistema Inmune de su Hijo Siguiendo las Recomendaciones de los Mejores Pediatras en Bogotá
Septiembre 22, 2017
El sistema inmunológico es un conjunto de órganos, tejidos y células que se encargan de detectar, atacar y eliminar cualquier agente ajeno al organismo que pudiera causarle daño. Sin embargo, es importante destacar algo que no es conocido por todos: en los niños, dicho sistema no es igual que en los adultos. Los niños nacen con ciertas condiciones que de manera natural los ponen en desventaja en comparación con los adultos, ya que su sistema inmunológico no está totalmente desarrollado, al presentar una inmadurez tanto física como bioquímica. Dentro del vientre materno, el niño está protegido de agentes patógenos por la acción del sistema inmunológico de la madre y por el entorno seguro que esta le brinda, pero una vez nace, debe desarrollar sus propios anticuerpos contra las amenazas del mundo exterior, las cuales pueden venir de fuentes quizás consideradas benignas, pero que pueden convertirse en un problema en esta edad vulnerable. Ausencia de la leche materna en la dieta del infante, ambientes cambiantes y llenos de gente como las guarderías, niveles altos de estrés o intranquilidad en el entorno podrían suponer oportunidades para adquirir infecciones. De cualquier manera, el cuidado por parte de excelentes
Pediatras en Bogotá es un complemento importante para el sano desarrollo de su hijo.
Las bacterias y los virus, principales causantes de infecciones, están en todas partes, y su erradicación es imposible por más que la madre tome medidas de profilaxis. Sin embargo, es totalmente posible mantenerlos a raya, considerando ciertos elementos de prevención que les ahorrarán a los padres muchas preocupaciones y al niño muchos malestares que le amenazan potencialmente.
La leche materna: un poderoso escudo contra enfermedades.
La leche materna es biológicamente muy compleja, y es rica en proteínas, minerales, carbohidratos y grasas. Varios de estos componentes son esenciales en la maduración del neonato, regulación de funciones biológicas, creación de su flora gastrointestinal y fortalecimiento de su sistema inmunitario. Tales componentes pueden adaptarse totalmente a los requerimientos del niño según su etapa de desarrollo e incluso según los requerimientos que tenga en un momento determinado. Por tales motivos, es sumamente importante que el niño reciba amamantamiento por el mayor tiempo posible, incluso hasta los 4 años de vida. De no ser posible la lactancia por tan largo periodo de tiempo, es vital que al menos durante los tres primeros meses de vida se utilice la lactancia materna como alimentación exclusiva.
La guardería: un lugar al cual enfrentarse en el momento adecuado
En el caso de las guarderías, lo mejor es intentar retrasar el ingreso lo más que se pueda, ya que el contacto con muchos niños, quienes también están en un proceso de fortalecimiento y desarrollo de su sistema inmunológico, multiplica las probabilidades de contraer infecciones. De hecho, en promedio, un niño pasa aproximadamente el 90% de las infecciones que sufrirá en toda su vida al cabo de los primeros 3 o 4 años de vida. Este hecho no necesariamente debe causar pánico entre los padres y cuidadores, solamente representa que el sistema inmunológico del niño está adaptándose progresivamente a combatir las amenazas del mundo que lo rodea.
El estrés: los niños también lo padecen
En ocasiones, el origen de las infecciones no se encuentra en la exposición a los agentes patógenos per se, sino a un debilitamiento del sistema inmunológico producido por factores extra, tales como el estrés. Un infante sometido a situaciones de desbalance físico o psíquico por falta de descanso, ambiente tenso, entre otros, puede adquirir infecciones con más facilidad. Por tal motivo, la higiene del sueño, el tiempo de esparcimiento y relación con personas significantes en su entorno, y en general la tranquilidad que se le transmita y que viva en el ambiente que lo rodea, contribuirá notablemente al fortalecimiento de sus defensas.
Las mascotas: una posible fuente de refuerzo inmunológico
Una pregunta que los padres comúnmente se plantean es si las mascotas representan un peligro para los niños. Muchos padres piensan que las mascotas pueden causarles reacciones alérgicas o en el peor de los casos, infecciones o parásitos. La verdad de este asunto es que, si la mascota había sido parte de la familia antes del nacimiento del niño, es probable que la madre le haya pasado los anticuerpos correspondientes para protegerlo del contacto con dicha mascota. Es probable, asimismo, que el sistema inmunitario del niño haga de todas maneras una reacción alérgica al pelo del animal, y en otros tantos casos, el contacto con el mismo solo creará las defensas necesarias para que el niño quede protegido, evitando así futuras alergias. En cuanto a virus como la rabia y parásitos como las pulgas, un animal vacunado y bien cuidado no debería representar ningún peligro de contagio. Los únicos animales que no son recomendables para hogares con niños, especialmente pequeños, son las mascotas exóticas tales como serpientes y zorros. No solo vienen a través del tráfico de animales y son frecuentemente víctimas de maltrato, sino que la extracción de los mismos de sus hábitats naturales supone una ruptura del equilibrio ecológico y un potencial peligro para personas y otros animales en áreas a las cuales el animal exótico en cuestión no pertenece. Es entonces importante tener en cuenta, mucho más que el temor por la salud de los niños, otros factores como la adecuación de la mascota a elegir con el ambiente familiar y la responsabilidad cabal en el cuidado de la misma. Una mascota sana raras veces supondrá una amenaza grave al sistema inmunológico de un infante. En el mismo orden de ideas, un ambiente cuidado, libre de tóxicos y olores fuertes, humo de cigarro, superficies limpias y desinfectadas es ideal, pero llevar dicho cuidado a la obsesión no evitará que su hijo sea blanco de infecciones esporádicas; simplemente, esto es parte del desarrollo y fortalecimiento de su sistema inmunológico. La exposición natural a todos los factores del ambiente circundante creará en el infante las defensas que necesita para afrontar cada vez más tipos de agentes patógenos.
El pediatra como guía del cuidado del niño
Desde el nacimiento, el cuidado de su hijo debe ir acompañado de la guía, conocimiento y control periódico de un pediatra que detecte y trate potenciales problemas de salud y despeje las dudas de los padres en cuanto a la alimentación, cuidado y atención a los factores de su desarrollo. De vital importancia además es el control de inmunizaciones contra enfermedades tales como el sarampión, la rubeola, entre otras. Es oportuno recordarles a padres y cuidadores la frecuencia con la cual deben llevar a sus hijos a control pediátrico (salvo, obviamente, caso de enfermedad, en el cual la consulta debe darse lo más prontamente posible): una vez al mes hasta los seis meses de vida, cada dos meses hasta el año de vida, cada tres meses hasta los tres años y cada año a partir de los tres años. El pediatra está capacitado para llegar al niño, incluso si este se siente intimidado durante una consulta, y tiene siempre la mejor disposición para aliviarle y mejorar su calidad de vida, de ahí la importancia de un excelente pediatra de cabecera a quien recurrir.
Si usted necesita atención médica y cuidados para su hijo, además de asesoría sobre todos los cuidados que pueda requerir para su desarrollo armónico, el Dr. Álvaro Mariño es un excelente médico con una sólida formación y experiencia, especializado en gastroenterología pediátrica. Para comunicarse con él, puede llamar al
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