El Cólico del Lactante

Julio 17, 2018

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Todo aspirante a ser padre o madre sabe que el llanto del bebé hace parte de la cotidianeidad y que al mismo tiempo pone a prueba la tolerancia y la madurez de los padres. El llanto es la única manera de comunicarse del bebé, sin embargo, cuando el llanto se prolonga por horas y adquiere características de dolor, pone en alarma a los padres y vecinos de una manera instintiva por proteger la especie.

El cólico del lactante afecta al 20% de los recién nacidos y es motivo frecuente de consulta en los servicios de urgencias inicialmente y, al repetirse, en consultorios del pediatra y del gastropediatra. En la mayoría de los casos representa la parte alta de la "curva de llanto" normal en bebés sanos. No existe prueba que el origen del dolor provenga del tracto digestivo o de alguna otra parte del organismo. Se sabe que esta condición no se asocia a ninguna enfermedad, la carga emocional en los padres es muy grande y genera sentimientos de frustración, temor e inseguridad, que trasmiten al médico tratante, para quien esta situación se convierte en un reto en su manejo y comprensión.

Se define como un síndrome de comportamiento en la temprana infancia con periodos de llanto de tono alto e intenso, difícil de aliviar, que generalmente se presenta en las tardes y noches, con flexión del tronco y extremidades, empuñamiento de las manos, rechazo a la alimentación, con aspecto de dolor intenso sin causa aparente con duración de 3 a 12 horas al día que tiende a desaparecer espontáneamente después de los 3 a 4 meses de vida, o en prematuros a los 3 a 4 meses de edad gestacional corregida.

Según los criterios de Wessel, o la regla de los 3 se dice que debe presentarse mínimo 3 horas al día por 3 días a la semana por 3 semanas es impráctica porque no permite que los padres esperen tanto tiempo con un bebé en una situación para ellos desesperada y frustrante.

En su origen, se ha involucrado múltiples factores, como una flora intestinal anormal, en otros casos, se cree que su origen está en el sistema nervioso central más que en el intestino y aún existen estudios donde se destacan características temperamentales en los bebés con cólico. Aún se cree que el cólico se basa en la reactividad en las diferentes edades y la maduración neuronal al reaccionar a estímulos de apaciguamiento del dolor. Alguna vez se postuló que era un atavismo mental remanente del hommo de las cavernas que en las horas vespertinas, cuando salían los lobos a cazar y aullaban, este sonido alteraba el llanto del bebé.

La mayoría de los niños mejoran al madurar y tienen vidas normales. Anteriormente se había implicado la producción excesiva de gas que dilataba el intestino, la aerofagia, la malabsorción de azúcares diferentes a la lactosa, la técnica de alimentación, la alergia a la proteína de la leche de vaca o la soya, los trastornos de motilidad, el reflujo gastroesofágico y las hormonas intestinales, pero esto corresponde más bien al diagnóstico diferencial que al síndrome estudiado.

Por otra parte, existen características psicológicas que alteran la dinámica en la relación del bebé con su cuidador en el medio social y familiar donde se vive. Las madres están ansiosas y frustradas al no poder ayudar a su bebé, duermen mal, se sienten inocuas, deprimidas y terminan agotadas, esto las hace responder menos al llanto del bebé, lo que puede incrementar la aerofagia y el malestar digestivo. Se ha descrito que el llanto incontrolable se asocia al síndrome del niño zarandeado y al maltrato infantil.

Existen varios desordenes que producen irritabilidad y llanto en el bebé e incluyen entre otros la alergia a la proteína de la leche, la intolerancia a la fructosa, el consumo de drogas durante la gestación con síndrome de deprivación o abstinencia, la angina inducida por alimentarse con origen anómalo de la coronaria izquierda. El patrón de llanto de cólico solo se asocia en 5% a causas orgánicas. No hay evidencia de que la enfermedad por reflujo gastroesofágico produzca llanto compatible al del cólico y su tratamiento en niños con cólico es inútil para curarlo. De igual manera el uso de las fórmulas sin lactosa no ha mostrado beneficio. El 95% de los casos no tiene una causa conocida, y el síndrome es multifactorial, auto limitado y no produce secuelas en la casi totalidad de los pacientes que lo sufren.

La lactancia materna exclusiva no tiene efecto protector, y el uso de fórmulas extensamente hidrolizadas o, aún de aminoácidos libres solo se justifica como prueba terapéutica si se sospecha alergia con base a los antecedentes familiares positivos, el uso de antibióticos pre o perinatales, el parto por vía cesárea, la presencia de dermatitis atópica y el uso de fórmulas lácteas desde los primeros días. El uso de las fórmulas de soya no sirve y no se recomiendan por los 6 primeros meses de vida. El uso de infusiones, tés o tisanas (aromáticas), no son prácticas por su baja efectividad y porque su uso prolongado llena al niño de agua con deterioro de la nutrición. Nunca se debe dar agua de anís estrellado porque es un neurotóxico que puede producir convulsiones.

El masaje abdominal no es efectivo y se debe tener cuidado las sustancias que se utilizan porque pueden algunas irritar la piel y complicar el caso. El manejo comportamental de la familia es clave en el manejo del problema: se debe siempre asistir al niño tan pronto se inicie el llanto para impedir aerofagia y la incosolabilidad. Se deben reconocer maniobras que tranquilicen al niño y técnicas de autocontrol que eviten el llanto y la desesperación en los padres.

Otras maniobras como que el padre cargue al bebé poco antes de la hora de inicio del llanto, darle una vuelta en coche, sobre estimulación visual, uso de música o sonidos planos, uso de cunas vibratorias, entre otras.

Se han identificado alertas o banderas rojas que nos deben poner atentos para no confiarnos de que todos los casos de llanto corresponden al cólico del lactante y son los siguientes:
  • Llanto extremo de tonalidad muy alta.
  • Falta del ritmo diurno.
  • Síntomas después de los 4 meses.
  • Regurgitación, vómito, diarrea, pérdida de peso, historia familiar de migraña.
  • Ingestión materna de medicamentos.
  • Alteración al examen físico.

Manejo del Cólico del Lactante:

El médico debe descartar patología orgánica.

El manejo primordial consiste en tranquilizar a los padres. Estos deben saber que es un fenómeno universal, autolimitado y que no representa riesgo para la salud del bebé, así como tampoco secuelas o complicaciones posteriores. Si se logra una empatía y confianza entre los padres y el médico, puede que el niño no deje de llorar pero los padres si tolerarán mejor su llanto.

Se debe entrenar a los cuidadores a detectar factores ambientales disparadores, tales como la sobre estimulación al bebe, el exceso de calor o frío, humedad del pañal y similares.

Determinar presiones sociales de vecinos, amigos, abuelos, u otros que intervienen sin saber, incrementando sentimientos de culpa, miedo, frustración y otros negativos para el caso.

Recomendar al cuidador periodos de descanso y, en especial a la madre dejando al bebé a cargo de algún familiar o persona confiable y responsable.

Reconocer el riesgo de maltrato en padres intolerantes al llanto y muy estresados.

Ofrecer alternativas para aliviar el llanto.

La utilización de algunos probióticos como el lactobacilo reuterii DSM 17938 y, recientemente la mezcla de cepa de Bifidobacterium longum CECT 7894 y una cepa de Pediococcus pentosaceus CECT 8330.

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